5 máximas de la Ecología de la Conducta.

La relación entre la expresión y las emociones.

La Ecología de la Conducta, defendida por autores como Fridlund, Fernández- Dols y Crivelli, ha propuesto una explicación distinta a la función de las llamadas conductas expresivas y su relación con las emociones.

1. Los gestos son herramientas sociales para influir en la conducta del otro:

No tienen significados fijos, son tremendamente flexibles. Su significado depende de la interacción particular que se esté dando en un contexto particular. Su función es la influencia, la vigilancia y la predicción del comportamiento de otros.

El llanto de los bebés tiene como función influir en la conducta de los padres, manteniendo su atención.

2. No tienen sentido que los animales (incluidos los humanos), hayan evolucionado para mostrar sus estados emocionales de manera honesta y automática, puesto que esto los pondría en desventaja.

En muchas ocasiones, el revelar lo que estamos sintiendo puede ponernos en una situación vulnerable con respecto al otro. Por ejemplo, en una entrevista de trabajo, mostrar que estamos muy asustados; o en una discusión con otra persona, demostrar que nos está logrando enojar, y por lo tanto, que nos puede controlar.

Para esta mujer es desadaptativo hacer gestos que sugieran que está nerviosa durante esta entrevista de trabajo.

3. El engaño es omnipresente tanto en los animales como en los humanos. Y usualmente es beneficioso para ambas partes.

Esto implica que tanto el animal que exhibe los gestos como el que los “lee” o los “vigila” han “co-evolucionado” de maneras mutuamente ventajosa. Por ejemplo, imagine que de la historia evolutiva, una especie desarrolla conductas que en un momento de peligro, le hacen creer a sus depredadores que está muerto (y por lo tanto, sería tóxico comérselo), o que tiene mucha fuerza (y por lo tanto, que podría hacerles daño en una lucha). Pero al mismo tiempo, la especie depredadora ha evolucionado para no dejarse engañar por sus presas.

Por lo tanto, en algunas ocasiones los miembros de la especie que es presa, tienen éxito engañando a sus depredadores (y evita ser comidos), y otras ocasiones, los miembros de la especie que es depredadora tienen éxito no, dejándose engañar (y se comen a su presa).

Según la Ecología de la Conducta, a lo largo de la historia evolutiva de las dos especies, esta dinámica logra crear un equilibrio entre la habilidad de engañar y la habilidad de no dejarse engañar. Si no se lograra ese equilibrio, una de las dos especies tendería a desaparecer. Por otro lado, en el caso de los humanos, el engaño no siempre es inmoral o dañino. Muchas veces, durante nuestras interacciones sociales, “fingimos” un poco, pero esto hace que la interacción fluya adecuadamente. (por ejemplo la interacción con una empleada de una cafetería, donde “fingimos” simpatía par ser atendidos rápidamente).

Este demonio de Tasmania está evitando que el ave rapaz se lo coma, al fingir estar muerto.

Evidentemente, en ocasiones, el depredador no se deja engañar y logra capturar a la presa.

4. No hay relación causal y unidireccional entre emoción y expresión.

En otras palabras, las emociones no causan los gestos expresivos. Los gestos tienden a ocurrir más bien en momentos de interacción.

Los jugadores de bolos sonríen más frecuentemente cuando se voltean a mirar a sus amigos, que inmediatamente después de hacer "chuza", cuando aún están mirando los pines.

5. Las expresiones faciales son resultados de un sistema de tensión entre varios factores: emoción, intenciones, reglas de exhibición cultural, conflictos, otros estados psicológicos,...

Esto implica que la interacción entre todos esos factores es tan compleja, que es muy difícil predecir con certeza qué gesto va a ocurrir en una persona particular, en una situación particular. Conclusión

Los observadores infieren intenciones sociales, es decir, perciben qué va a hacer la persona a continuación y qué espera la persona que nosotros hagamos en la interacción en la que estamos.