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Las señales sociales son poderosas herramientas para influir en los comportamientos.

  • Brainketing
  • 28 jul 2022
  • 3 Min. de lectura

Actualizado: 18 sept 2024

"Una norma social es una regla de comportamiento tal que los individuos prefieren ajustarse a ella con la condición de que crean que (a) la mayoría de las personas en su red de referencia se ajustan a ella, y (b) que la mayoría de las personas en su red de referencia creen que deben ajustarse a ella"


Dunbar sostiene en su hipótesis del cerebro social que el tamaño del grupo está correlacionado con el tamaño relativo del cerebro, en particular con el tamaño relativo del neocortex.


Para muchas especies, especialmente para los primates, vivir en grupos es una gran ventaja adaptativa. Pero vivir en un grupo social también presenta sus propios desafíos. Para llevarse bien y salir adelante, es necesario saber quién es quién, quién es amigo y quién es enemigo (Bickart et al., 2011). En consecuencia, mantener un grupo social estable es bastante exigente cognitivamente (Dunbar, 2012). Por lo tanto, la evolución del cerebro de los primates fue impulsada por la necesidad de adquirir la competencia para gestionar relaciones sociales complejas de manera efectiva (Liu et al., 2018).


La hipótesis del cerebro social se propuso por primera vez como la hipótesis de la inteligencia Maquiavélica a finales de la década de 1980 para explicar por qué los primates tienen cerebros inusualmente grandes para el tamaño corporal en comparación con otros vertebrados. Los primates viven en sociedades inusualmente complejas y, por lo tanto, necesitan 'computadoras' más grandes para manejar esa complejidad. En las dos décadas transcurridas desde entonces, una considerable evidencia de comportamiento ha demostrado que la complejidad social de los primates se correlaciona entre las especies con el tamaño del cerebro, más particularmente con el tamaño de la neocorteza. (Acedo-Carmona & Gomila, 2016).


La hipótesis del cerebro social de Dunbar sostiene que el cerebro humano es una adaptación a la vida social. Por lo que en lugar de señalar las funciones cognitivas necesarias para nuestro tipo de vida social, Dunbar se centra en el cerebro que respalda esas funciones.(Acedo-Carmona & Gomila, 2016). Dunbar sostiene que el cerebro evolucionó básicamente aumentando su tamaño relativo por las ventajas adaptativas derivadas de la organización social.


Sin duda, existen ventajas en la formulación de la hipótesis evolutiva en términos de un aumento del tamaño del cerebro en lugar de funciones cognitivas particulares. Desde el punto de vista del proceso de hominización, el aumento del tamaño relativo del cerebro es un hecho indiscutible.


Sin embargo, desde un punto de vista evolutivo, este aumento también implicó mayores costos metabólicos, como un mayor consumo de energía, riesgo de sobrecalentamiento o mayores demandas del corazón para bombear sangre. Desde este punto no sería muy eficiente el crecimiento en tamaño.


Las ventajas de vivir en grupo incluyen la disminución de los riesgos de depredación, la mejora de la defensa del territorio y el intercambio de la progenie. Pero vivir en grupos más grandes implica costos, implican la competencia por los escasos recursos y las parejas sexuales, los conflictos entre los miembros del grupo y, en general, la necesidad de resolver problemas de coordinación. Por lo tanto, cuanto más grande es el grupo, mayores son los costos de mantenerlo unido, tanto en términos de tiempo invertido como de comportamientos dirigidos para evitar conflictos.


Dadas estas presiones en la función evolutiva, derivadas de la creciente complejidad que ha caracterizado la evolución humana, ha sido pertinente reconocer la hipótesis evolutiva en términos de un tamaño del cerebro ha permitido definir dos lineamientos importantes 1). un aumento de tres veces el tamaño del cerebro y 2). un aumento exponencial en la complejidad asociada al comportamiento homínido/humano. En esencia, es en esta parte donde la correlación entre estos dos lineamientos dio lugar a la hipótesis del cerebro social. La hipótesis afirma que nuestro cerebro humano es una adaptación a nuestra vida social.



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Diego Andrés Aguas González | Neurocientífico Social | Investigador Neurociencia del Comportamiento.


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Referencias:

Bickart, K. C., Wright, C. I., Dautoff, R. J., Dickerson, B. C., & Barrett, L. F. (2011). Amygdala volume and social network size in humans. Nature neuroscience.

Dunbar, R. I. M. (2012). The social brain meets neuroimaging. Trends in Cognitive Sciences.

Liu, X., Liu, S., Huang, R., Chen, X., Xie, Y., Ma, R., Luo, Y., Bu, J., & Zhang, X. (2018). Neuroimaging Studies Reveal the Subtle Difference Among Social Network Size Measurements and Shed Light on New Directions. Frontiers in Neuroscience.

Acedo-Carmona, C., & Gomila, A. (2016). A critical review of Dunbar’s social brain hypothesis. Revista Internacional de Sociología.

 
 
 

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